para lo único que alguna vez
me gustó
(o me gusta)
la lluvia,
es para sentarme a leer,
mientras tomo un café,
y no pensar en otra cosa,
más que en vos,
y en mí.
En nosotros,
en lo que somos,
lo que fuimos,
y lo que no nos dejamos ser.
No me darías un poquito de tu amor?
Ya ando harta de este sabor a dolor.